La chimenea desbordaba
humo, el ambiente se tornaba espeso y pardo. Los gruesos muros
sujetaban braseros de cobre, pimientos secos y fotos de personas
muertas. A través de la ventana, entraba una tenue luz de invierno
que hacía brillar el polvo sobre los muebles, las sábanas que
cubrían el sofá ya se tornaban amarillas. Lo único que pasaba por
allí eran los años y el ruido, ese ruido que hacen las casas cuando
están solas. Es entonces cuando llega el polvo, fallan las fuerzas
y ceden las vigas.
------ 8 de abril ------
Realmente precioso. Sabe a poco.
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