Una generación baldía
recorre campos yermos.
Nada buscan ni abandonan,
simplemente caminan.
Mejor cuanto más lejos.
Letárgicos rostros envejecidos,
pasos torpes y dispersos.
Exhalaciones sedientas de lágrimas,
únicamente carne y huesos.
Una pesada oscuridad los acompaña,
un manto de luto y de pena.
No han sufrido ninguna guerra
pero, aún así, sangran.
Callados, escandalosamente callados avanzan
hacia una muerte muy tímida
y sin ningún grito de rabia.
Y preguntarán ustedes
¿qué les impulsa, inexorables,
hacia tan fatal destino?
Y yo respondo:
Somos nosotros los que caminamos,
y caminamos, y caminamos.
Y callados, así seguimos.
------ 2 de febrero ------