A todas aquellas personas que ya no pudieron más.
Qué es violencia
cuando, acostumbrados
a la sangre seca de la marquesina,
esquivamos a pasos temerosos
el serrín esparcido por el asfalto
y, anonimamente,
la desesperación termina
tallando un nombre en mármol blanco.
El viento mece
delicadamente a los ahorcados,
para que no despierten.
La lluvia golpea la uralita.
Si los dedos dejan
de estar calientes,
el frío sujeta flores marchitas.
Qué sino tejen
las hebras de la soga
al temblar las manos del verdugo.
Y redoblan campanas a todas horas
y seguimos mirando, sin mover un
músculo.
No hay mayor violencia que nuestro
silencio.
Quizás saber que podríamos sea
suficiente,
pero no es así.
Pecamos entonces de indiferentes
porque nos están matando
y, peor aún, nos estamos dejando
morir.
------ 20 de Noviembre ------
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